El dolor de cabeza para la 4T

Archivo Confidencial

 

 

ME LLAMA LA ATENCIÓN que el nuevo embajador de EU en México, Ronald Johnson, lo primero que hizo al pisar esta tierra fue visitar, junto con su esposa, la Basílica de Guadalupe lo como puede significar algo, puede que no. Un hecho claro es que durante su presentación pública se hizo acompañar de Eduardo Verástegui a quien mencionó como "su hermano", lo que también tiene diferentes lecturas. https://n9.cl/yb894v

 

Parece guadalupano, aunque quien sabe. Un hecho claro es que Trump no es dado a nombrar representantes con historial militar como ocurre con este embajador de 73 años. Mala seña para Sheinbaum, seguidores, cómplices, secuaces y protegidos.

 

De hecho, durante su primer mandato (2017-2021), Trump nombró 191 embajadores de los cuales el 56.5% fueron diplomáticos de carrera y el 43.5% políticos. Ahora, de los 52 que ha nombrado hasta este momento, aparte de Johnson, nombró a Michael Waltz (nominado para la ONU), ambos ex Boinas Verdes y vinculados a la CIA. De allí en fuera no hay más.

 

Johnson operó en Panamá durante la década de los ochentas. Su presencia sugiere un rol en operaciones de inteligencia previas a la invasión gringa (Operación Causa Justa con cerca de 30 mil soldados en 1989) que llevaron a la destitución del general Manuel Noriega, posterior derrocamiento y encarcelado en EU donde murió en 2017.

 

Las acusaciones fueron:

 

Permitir la injerencia del Cártel de Medellín, lavar su dinero y facilitar el tránsito de droga hacia EU. Amenazar la seguridad de los 35 mil ciudadanos estadunidense y al personal militar en la Zona del Canal (cuya administración vio el gobierno norteamericano que corría peligro) siendo la gota que derramó el vaso el asesinato de un marine americano, así como violaciones a los derechos humanos y a la democracia al reprimir protestas electorales pues no aceptó que ganó la oposición convirtiéndose en un régimen autoritario y claro, también tuvo que ver su alianza con Cuba y Rusia en el contexto de la guerra fría.

 

A su vez, Johnson fue embajador en El Salvador (2019-2021) donde colaboró con Nayib Bukele en temas de seguridad, (en el conocido tema del trato a pandilleros), migración y tráfico de personas. Su enfoque pragmático fue elogiado por aliados, pero criticado por no abordar las causas estructurales de la inestabilidad. Ahora, en México, su historial sugiere que priorizará la lucha contra los cárteles, la migración ilegal y la cooperación en seguridad, alineándose con la agenda de Donald Trump.

 

Su nominación en México refleja un cambio en la diplomacia de Trump, priorizando la seguridad sobre el comercio. Su experiencia en el Comando Sur podría llevarlo a cuestionar los lazos de México con Cuba o Venezuela. En su audiencia ante el Senado gringo, pues formaliza su designación, contó además con el apoyo total de Marco Rubio y Michael Waltz, asesor de Seguridad Nacional. Ellos comparten una visión dura sobre América Latina, con un enfoque "anticomunista".

 

En su presentación ante los senadores no descartó acciones militares contra cárteles, que tanto preocupa a Sheinbaum por aquello del respeto a la soberanía. Expertos como Martha Bárcena advierten que su éxito dependerá de combinar su expertise con una diplomacia que evite percepciones de injerencia extranjera.

 

La relación bilateral México-EU está en un momento crítico. La renegociación del T-MEC en 2026 y las amenazas de aranceles del 25% complican el panorama. El comercio bilateral, que supera los 600 mil millones de dólares según el Instituto Mexicano para la Competitividad, exige estabilidad. Por lo que Johnson deberá actuar con cautela para evitar que su enfoque de seguridad descarrile la cooperación económica, un pilar clave para ambos países.

 

Llega con un currículum que combina fuerza, dureza y misterio. Botas militares en lugar de zapatos diplomáticos. Es uno de los pocos embajadores de Trump idóneo para el combate al narcotráfico, migración y demás pecados sociales que, al ser una prioridad de EU, bien pudiera arrojar resultados prontos lo cual estará a la vista de todos.

 

Sin embargo, Sheinbaum tiene la autoridad para expulsarlo, lo que es poco probable que lo haga a menos que ocurra una provocación grave, como una acción militar unilateral de EU (tipo Panamás) o comentarios del embajador que crucen una línea diplomática clara.

 

La estrategia de la presidenta y su cabeza fría ha sido pragmática, buscando diálogo y cooperación mientras defiende la soberanía. La expulsión sería una última medida, reservada para proteger la legitimidad de su gobierno ante una crisis diplomática mayor cuyas consecuencias por parte de Trump serían funestas para México.

 

Y si, todo apunta que este embajador será un fiel de la balanza, no como su antecesor Ken Salazar, conformándose en un dolor de cabeza para todo lo que representa la 4T.

 

EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

 

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de "CEO", Consultoría Especializada en Organizaciones...   

                                                                                                                                                                                                                               

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